«Vivimos en una sociedad intolerante y así se refleja en los colegios», lamenta Inmaculada Chiva, directora del Máster de Formación Permanente de Atención a la Diversidad y Educación Inclusiva y profesora del Departamento de Métodos de Investigación y Diagnóstico en Educación de la Universitat de València.
La lentitud del sistema educativo, la actitud conservadora de una parte del profesorado, así como el pensamiento tradicional de «hacer lo que se ha hecho siempre» son otros tres factores que no ayudan a avanzar en materia de inclusión, según explica la profesora Inmaculada Chiva.
Pese a que, según indica la experta, se está trabajando mucho para conseguir contar con aulas más inclusivas, la Comunitat Valenciana sigue por detrás de comunidades como Cataluña o el País Vasco en esta materia. Desde el punto de vista inclusivo, la educación es «de todos y para todos», por lo que no se trata de integrar al diferente sino de ayudar a todo el alumnado para que desarrollen, en conjunto, sus capacidades.
Para fomentar este tipo de trabajo de manera cooperativa y teniendo en cuenta las limitaciones de cada uno, la Universitat de València presenta para el próximo curso una nueva edición del Máster de Formación Permanente de Atención a la Diversidad y Educación Inclusiva.
Este curso, que se realiza íntegramente online y cuenta con el apoyo de los servicios de e-learning de ADEIT, ofrece al estudiantado las medidas de atención a la diversidad tanto a nivel institucional como de centro. Para ello, el curso sitúa tanto la cooperación como la colaboración como base de la enseñanza. Asimismo, el alumnado aprenderá cómo atender a las familias, cómo realizar una buena tutoría además de una mediación correcta.
En opinión de la experta, la escuela debe ser el núcleo de desarrollo de la sociedad en el futuro, por lo que «cuesta entender que haya centros de educación especial». Aunque reconoce que, en ocasiones, los familiares optan por este tipo de centros porque «tienen miedo» de incluirlos en un centro curricular, ya que «no quieren que se sientan discriminados y prefieren proteger su dignidad», insiste.
En cuanto los recursos necesarios, Chiva explica que cuando hay una persona con discapacidad en el aula se debe destinar más esfuerzo y dedicación por parte de quien enseña, tiempo del que, en la mayoría de ocasiones, no disponen, por lo que Inmaculada Chiva reivindica más la necesidad de más profesorado en estos casos.
Una sociedad que cambia
Aunque la experta reconoce que tanto a nivel social, como político y económico todavía no se está preparado, sí se ha producido una evolución al respecto.
«Ya no es común encontrarse a alguien que rechace abiertamente tener a una persona con discapacidad en un aula con su hijo», explica. «Actualmente existe una aceptación social de esta diversidad porque se entiende que aportan», indica.
Sin embargo, Chiva tiene claro hacia dónde nos dirigimos: un centro en el que conviva una persona con una discapacidad sensorial, otra con una discapacidad física, otra con síndrome de down, pero trabajando «de forma cooperativa, tomando decisiones y construyendo un proyecto del centro» en la misma aula con el resto de la clase. «Esa es la forma más bonita de entender la vida», concluye.
Más información e inscripciones:
Máster de Formación Permanente de Atención a la Diversidad y Educación Inclusiva.