Ortorexia nerviosa. Un nuevo término se ha introducido en nuestro vocabulario con el objetivo de designar una realidad contemporánea: la obsesión por la alimentación saludable. Con motivo del webinar sobre Trastornos Alimentarios organizado recientemente por ADEIT, en el marco de la presentación de la nueva edición del Experto Universitario en Intervención Multidisciplinar para Trastornos Alimentarios de la Universitat de València, hablamos con María Roncero.
Roncero es profesora del Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos de la Facultat de Psicologia de la Universitat de València. En su intervención en el citado webinar centró su discurso en torno a la ortorexia, un nuevo trastorno de la conducta alimentaria que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), afecta hasta al 28% de la población de los países occidentales.
Pregunta: ¿Qué es la ortorexia nerviosa?
Respuesta: La ortorexia nerviosa se define como la preocupación excesiva por la alimentación saludable, esto es, compuesta por alimentos lo más naturales posibles, libres de pesticidas, herbicidas, aditivos y, por supuesto, lejos de alimentos ultraprocesados. Para estas personas esta preferencia se convierte en uno de los aspectos más importantes en sus vidas: es una parte importante de su manera de definirse como personas, hasta el punto que les llega a causar malestar o interferencia en su día a día.
Es necesario puntualizar que la ortorexia nerviosa está bajo estudio y hoy en día no está reconocida como un trastorno mental por los manuales diagnósticos oficiales de los trastornos mentales (DSM y CIE). Por tanto, no podemos decir que sea un trastorno alimentario, ni siquiera podemos hablar de un trastorno mental. Todavía se requiere investigación para esclarecer cuáles son sus características y si tiene la suficiente entidad como para poder ser clasificado como un trastorno mental.
P: ¿Qué consecuencias puede llegar a tener?
R: Las personas que presentan ortorexia nerviosa ocupan mucho tiempo al día planificando su alimentación, buscando los alimentos lo más saludables posible aunque para ello tengan que recorrer grandes distancias, gastando dinero incluso por encima de sus posibilidades. Además, esta preocupación les lleva a no salir a comer fuera de casa porque no se fían de los alimentos que se emplearán para preparar las comidas, o incluso por temor a que los utensilios y métodos de cocinado no sean lo más saludables posible. Esto les provoca aislamiento social, tienen problemas con la gente de su alrededor porque el resto de gente no comparte su estilo de vida basado en la alimentación saludable, y reducen su círculo social a las personas que les siguen en sus ideas. Además, se sienten superiores al resto de gente, y aprovechan cualquier momento para tratar de convencer al resto del mundo de los beneficios de su estilo de alimentación. Y otro aspecto muy importante es que si por cualquier motivo han de saltarse sus normas rígidas de alimentación, se sienten culpables y se autocastigan.
Como cualquier aspecto de la vida, los extremos no son buenos. Observamos que las personas que puntúan alto el factor de ortorexia nerviosa también puntúan alto en afecto negativo, en sintomatología alimentaria y síntomas del trastorno obsesivo-compulsivo
P: ¿En qué momento comer sano se convierte en algo patológico? Es decir, ¿cuáles son los indicadores para saber que se ha convertido en un trastorno?
R: Como cualquier aspecto de la vida, los extremos no son buenos. Un hallazgo interesante que obtuvimos el profesor Juan Ramón Barrada y yo con un cuestionario que creamos para evaluar ortorexia nerviosa (Teruel Ortorexia Scale, Barrada y Roncero, 2018), fue que existe un factor al que llamamos ‘Ortorexia saludable’ que no solo no implica patología, sino que se asocia de manera negativa (inversa), con el afecto negativo, la sintomatología de los trastornos alimentarios y del trastorno obsesivo-compulsivo. Por lo tanto, dentro de unos límites, el interés por la alimentación saludable es positivo, o dicho de una manera amplia, parece que se asocia a la ‘salud mental’.
Por el contrario, observamos que las personas que puntúan alto el factor de ortorexia nerviosa también puntúan alto en afecto negativo, en sintomatología alimentaria y síntomas del trastorno obsesivo-compulsivo. El interés por la alimentación saludable será una preocupación excesiva, un problema, cuando el deseo de llevar una dieta sana se convierta en el aspecto central de la vida de la persona, lo que le llevará a experimentar malestar o le causará una interferencia significativa en su día a día, ya sea a nivel familiar, social, o laboral.
P: ¿Desde cuándo se observa este nuevo trastorno de la alimentación?
R: El término de ortorexia nerviosa fue acuñado en 1997 por Steven Bratman, médico practicante de medicinas alternativas, para poner nombre a lo que observaba en algunos de sus pacientes que se centraban de manera excesivamente rígida en llevar una alimentación que ellos consideraban saludable. Compuso la palabra ortorexia a partir de las palabras griegas orto -correcto, adecuado- y orexis -apetito-. Sin embargo, este término se empieza a popularizar unos años más tarde, y desde entonces su interés, tanto por parte de la sociedad como de los investigadores, no ha hecho más que aumentar.
Se ha observado un auge en el interés por la alimentación saludable, si nos referimos a la calidad de los productos, no a llevar una dieta equilibrada. El aumento del consumo de productos BIO y ECO ha sido exponencial, así como la presión social por vigilar la calidad de los alimentos que consumimos con la idea principalmente de mejorar nuestra salud.
P: ¿Manejan datos sobre la incidencia que tiene sobre la población?
R: Dado que todavía no existen criterios diagnósticos consensuados ni oficiales, no se puede hablar de datos de prevalencia. Existen investigaciones que señalan unos índices de prevalencia muy elevados, pero la mayoría de estos estudios no están basados en juicios clínicos sino en un instrumento de autoinforme cuya fiabilidad y validez han sido duramente cuestionadas.
P: ¿Han detectado un crecimiento de los últimos años?
R: Se ha observado un auge en el interés por la alimentación saludable, si nos referimos a la calidad de los productos, no a llevar una dieta equilibrada. El aumento del consumo de productos BIO y ECO ha sido exponencial, así como la presión social por vigilar la calidad de los alimentos que consumimos con la idea principalmente de mejorar nuestra salud. Se observa un cambio del interés en el consumo de productos light y 0% hacia estos productos libres de conservantes, colorantes, pesticidas, lejos de los alimentos ultraprocesados. Como señalaba, este auge, per se, no es negativo, sino todo lo contrario. Lo negativo es que este auge puede conllevar un aumento de las personas que lleva esta tendencia al extremo, y convierten esta preferencia en el sentido principal de sus vidas.