Para que una información sea memorizada y aprendida tiene que activar nuestros centros emocionales y eso solo puede hacerse mediante el juego. Esta ha sido la idea central de la ponencia que ha impartido esta mañana el experto francés André Stern, durante la VI Jornada de Educación Infantil, que organiza la Universitat de València y el Movimiento de Renovación Pedagógica Escola d’Estiu Marina-Safor, en colaboración con ADEIT. «La única actividad que permite aprender es el juego», ha asegurado.
«Nuestro cerebro no está hecho para memorizar sino para resolver problemas. El 80 por ciento de lo que se memoriza en la escuela se olvida. El 20 por ciento restante está relacionado con algo que nos ha interesado o que nos ha emocionado», ha explicado. «Es imposible aprender lo que no nos interesa o emociona», ha dicho.
Es imposible aprender lo que no nos interesa o emociona, ha señalado André Stern
Un cambio de mirada
Todos llevamos dentro el niño que fuimos un día y nos vemos con los ojos con los que nos miraban los adultos; esa mirada rara vez es positiva, ha dicho Stern. «Nuestros niños se convierten en lo que nosotros vemos en ellos», ha asegurado en este sentido. Por eso, ha propuesto un cambio de mirada y ha reivindicado un amor incondicional y sin ‘peros’: «te quiero porque eres como eres». Ese cambio de óptica –ha asegurado– cambia al niño y cambiará al mundo.
La jornada, que ha sido inaugurada por la rectora de la Universitat de Valencia, M.Vicenta Mestre, ha reunido a más de 300 especialistas para analizar cómo debe ser la educación en las próximas décadas. «Si en los primeros años de vida construimos unos cimientos fuertes, estaremos garantizando las personas y la sociedad del futuro», ha subrayado la rectora de la Universitat de València.
Más que contenidos, hay que aprender relaciones
«Hace unas décadas insistíamos en que niños y niñas debían aprender contenidos; hoy pensamos que deben aprender relaciones». Así lo ha explicado Vicent Gracia, coorganizador de esta jornada junto al profesor de la Universitat de València José Cantó, y responsable del trabajo “Una educación para el siglo XXI”, reconocido con el Premio Balarma de la Fundación Campus d’Ontinyent, presentado durante la jornada. Este trabajo, desarrollado por el grupo de trabajo Xucurruc y Potxinel·li del Movimiento de Renovación Pedagógica Escola d’Estiu Marina-Safor, enfoca la educación infantil desde cuatro ejes: el cuerpo, las emociones, las relaciones y el contexto.
Los niños, gigantes de potencialidades
Uno de los retos de la educación infantil del s.XXI es aprender a confiar más en las potencialidades de niños y niñas. «Nos llegan a clase con todo el potencial de la gran persona que serán y nosotros, como docentes, debemos saber ver y acompañar estas potencialidades», ha apuntado el coorganizador de la jornada Vicent Gracia. «Desde el punto de vista científico, cuando estás delante de un niño, estás delante de un gigante de potencialidades», ha señalado en este sentido André Stern.