Se ha producido un significativo aumento de los trastornos de ansiedad y estrés como consecuencia de la pandemia por COVID-19, según nos explica Elvira Martínez Besteiro, profesora del Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos de la Universitat de València. Hemos hablado con ella en relación a este tema, que se aborda en profundidad en el Máster Propio en Tratamiento de los Trastornos de Ansiedad y Estrés que dirige. Este postgrado, que se imparte on line con lo servicios de e-learning de la Fundación ADEIT, comenzará el próximo mes de febrero su 5ª edición.
¿Cómo está afectando la pandemia a los trastornos de ansiedad y estrés?
La excepcional situación que estamos viviendo desde hace ya varios meses ha supuesto una sacudida al estado emocional de toda la población. Son muchas las personas que han perdido a un ser querido sin posibilidad de despedirse, las que han dejado de trabajar, ya sea temporalmente o más a largo plazo, las que han tenido o tienen que estar confinadas porque hay un enfermo en el domicilio, etc. Todos estos problemas están haciendo que nos enfrentemos a una crisis en el más amplio sentido de la palabra y esta crisis incluye que las personas vean el mundo como una amenaza, con una incertidumbre constante y sin unos claros recursos de afrontamiento ante esta situación. Y, por definición, ello implica un aumento de los problemas de ansiedad y estrés. La ansiedad es, en principio, una reacción adaptativa ante una amenaza; pero cuando la persona percibe que es incapaz de enfrentarse a esa amenaza nos encontramos con una reacción desadaptativa que interfiere con la vida diaria, desarrollando múltiples síntomas, tanto físicos como psicológicos.
¿Se ha observado un aumento de estos trastornos con motivo de la situación actual?
Se está estudiando mucho, incluso se ha desarrollado un test específico para evaluar la ansiedad relacionada con el COVID. En nuestro país, se han hecho ya publicaciones sobre síntomas emocionales por diversos grupos de investigación. Por ejemplo, el grupo de trabajo de Lorena García Fernández del CIBERSAM (Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental), con datos recogidos en marzo, informa de que todo el personal sanitario mostraba síntomas de depresión, ansiedad y estrés agudo, con una mayor incidencia en enfermería. También en el País Vasco, Naiara Ozamiz Etxebarría y colaboradores, en una investigación sobre la población general, han observado sintomatología ansiosa en un 13,9% de hombres y un 25,9% de mujeres y, respecto al estrés, un 17.9% de hombres y un 22.2% de mujeres. Y en el estudio llevado a cabo por Álvaro Planchuelo Gómez y su equipo en Valladolid se informa de un incremento en los síntomas emocionales estudiados a lo largo del tiempo, pasando de un 32,45% (ansiedad), un 44,11% (depresión) y un 37,01% (estrés) en marzo a un 37,22%, 46,42% y 49,66% respectivamente en abril-mayo, es decir en el periodo de confinamiento.
¿Por qué se produce ese aumento?
Parece ser, entre otros motivos, que ha influido mucho el haber estado constantemente pendientes de la información sobre la pandemia. Esta sobredosis de información hace que las personas vivan constantemente esa sensación de amenaza, pensando continuamente en el peligro y sin percibir que tienen recursos para enfrentarse a ella como hemos dicho anteriormente. De hecho, la OMS recomienda, en ese sentido, reducir la exposición a noticias (especialmente sobre COVID), concentrando en una o dos veces al día la información que se recibe de los medios de comunicación.
¿Por qué resulta necesaria una formación específica en este terreno para un profesional de la psicología?
La ansiedad patológica es bastante frecuente , en torno a un 20% en la población mundial y, en España, con datos de 2018, nueve de cada diez españoles habían sentido estrés y, de ellos un 40% lo habían hecho de manera frecuente o muy frecuente . Ello, sin centrarnos en la pandemia del COVID. Resulta evidente pues, la necesidad de que un profesional de la psicología se forme específicamente en este ámbito clínico.