La pastilla es el recurso al que acude, en su mayoría, el personal sanitario a la hora de abordar una enfermedad cerebral. Las razones son tres: una media de entre siete y diez minutos para atender a pacientes por parte de médicos de atención primaria y familiar; la demanda de remedios «lo más eficaces y rápidos posibles» de los usuarios y el poco personal psicológico en el Sistema Nacional de Salud tal como apunta Raúl Espert, director del Máster de Formación Permanente en Psicofarmacología y profesor del departamento de Psicobiología de la Universitat de València.
España es el país que más recurre a los ansiolíticos en Europa, el director del curso alerta de que «existe una sobremedicación en nuestro país».
De hecho, la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen) alertó en su último informe, presentado el pasado mes de octubre, sobre el uso «indiscriminado» de ansiolíticos en España.
Sin embargo, Espert indica que la psicoterapia funciona y ayuda a «superar tus miedos» cuando la pastilla va acompañada de una terapia psicológica. Si una persona sufre un ataque de pánico en una habitación, esto provoca una serie de síntomas que afectan a la amígdala, entonces esta estructura empieza a liberar factores y éstos, a su vez otros como la adrenalina. El resultado es que «te sientes mal» y se crea un condicionamiento de lugar por lo que «cada vez que vuelvas a esa habitación sufrirás un ataque de pánico». «Si no es con psicofarmacología es muy difícil conseguir cortar esta reacción», explica el experto.
Asimismo, el director del máster señala el «bajo nivel de tolerancia social que vivimos» para explicar la continua detección de casos de enfermedades cerebrales. «La sociedad nos quiere igual de mediocres a todos por lo que quien destaca por encima o por debajo, enseguida está fichado». Espert apunta, en esta ocasión, al sistema educativo donde se alerta continuamente sobre niños que se mueven demasiado en clase, sobre los que no interactúan en cuanto apenas, así como sobre los que son disruptivos y tienen problemas para concentrarse. Una vez detectados, «acudimos al recurso fácil: somos la sociedad de la pastilla», concluye.
En el curso que dirige se forma al personal sanitario para evitar esta «sobremedicación» actual.
El Máster de Formación Permanente en Psicofarmacología, que se realiza íntegramente online y cuenta con el apoyo de los servicios de e-learning de ADEIT, ofrece una base teórica de patologías así como del funcionamiento del cerebro y de todos los sistemas de neurotransmisión, neuromoduladores y gases que hace que todo funcione. Una vez aprendido, los profesionales de la salud mejorarán la calidad de vida de las personas a través de esta formación técnica que es complementaria a su desarrollo profesional.
La epilepsia y el Parkinson, dos de los pilares del curso
El 85% de las personas con epilepsia se benefician del tratamiento antiepiléptico. Esta es una patología grave además de crónica y se produce por causas cerebrales, genéticas y traumatismos, tema en el que profundizará el alumnado a lo largo del curso. Esta enfermedad además del Parkinson constituyen dos de los pilares del máster.
En palabras de Espert, es «fundamental» conocer las enfermedades en su conjunto ya que, aunque la respuesta a estos fármacos suele ser positiva, éstas tienen efectos secundarios a largo plazo.
En el caso de los los antiepilépticos, éstos bajan la tasa de disparo neuronal en una zona «pero a costa de bajarla en todo el cerebro» por lo que se registran casos en los que las personas no rinden a su nivel habitual. El fármaco les priva de los ataques epilépticos por lo que su calidad de vida mejora, pero empiezan a detectarse problemas de memoria, de concentración, de tiempo de reacción.
Ese 15% de personas con epilepsia a las que no les funciona la medicación solo tienen una alternativa según Espert: la neurocirugía. Operaciones en las que el paciente permanece despierto mientras se produce una extracción total o parcial de uno de sus hemisferios por lo que pierde el habla y parte de su movilidad y tiene que «reaprender a vivir».
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