¿Qué tipo de agresiones se dan dentro de la familia? ¿Cómo pueden prevenirse? ¿Qué estrategias hay que llevar a acabo para atajarlas? Hablamos con Mª José Ridaura, codirectora del Máster de Formación Permanente en Prevención e Intervención con Adolescentes en Riesgo y Violencia Filioparental de la Universitat de València, psicóloga y directora del Grupo de Convivencia Educativo Cabanyal.
P. ¿Qué tipo de agresiones se consideran violencia filioparental? ¿Cómo encaja en esta catalogación la violencia verbal o la física?
R. Una conducta violenta puntual, ya sea verbal o física, no se considera violencia filio-parental. Para hablar de este tipo de violencia tienen que producirse conductas agresivas reiteradas y mantenidas en el tiempo. Las conductas violentas son tanto físicas (empujar, zarandear, golpear, escupir, etc) como verbales (insultos, vejaciones, descalificaciones, amenazas, gritos, etc), y ambas son graves por las consecuencias que causa en quien las recibe.
El maltrato no es más que la punta del iceberg de un problema que se estaba gestando años atrás.
P. ¿Cuáles son los signos que suelen mostrar los adolescentes potencialmente agresores con sus progenitores?
R. Hay que distinguir entre los signos observables y medibles de conductas negativas, agresivas y de riesgo y las características comunes de los chicos y las chicas que agreden a sus padres. Cuando los padres y madres hablan del problema de agresividad de sus hijos lo describen como algo repentino, como un cambio brusco en los comportamientos. Pero cuando evaluamos el caso, observamos que el maltrato no es más que la punta del iceberg de un problema que se estaba gestando años atrás. En la mayoría de los casos, desde que sus hijos eran pequeños, existían señales, factores de riesgo que estaban a la base del problema. Algunos de los factores de riesgo más comunes son: temperamento difícil, pautas de crianza inadecuadas por parte de los padres y madres, absentismo escolar o desmotivación por el ámbito académico, consumo de sustancias tóxico-dependientes y algunas características de personalidad como la baja tolerancia a la frustración, la baja empatía o el locus de control externo.
Tres variables fundamentales deben guiar las acciones de los padres y madres: el afecto, la comunicación y la disciplina.
P. ¿Y cuáles son, bajo el punto de vista de los profesionales, los pasos que debería seguir un padre o una madre ante la agresión de su hijo?
R. Para responder a esta pregunta tendríamos que atender a tres cuestiones: hay que entender por qué se mantiene las conductas a lo largo del tiempo, saber qué pueden hacer los padres para prevenir o evitar que se den las conductas de maltrato, y, en tercer lugar, qué hacer cuando ya está activo el problema de violencia filioparental. Los comportamientos agresivos en particular se mantienen a lo largo del tiempo porque nos permiten conseguir nuestros objetivos, pero también es cierto que cuando nacemos podemos hacerlo teniendo un temperamento fácil o un temperamento difícil, y esta parte es innata. La mayoría de padres y madres se enfrentan al desafío de la educación con mucha voluntad e ilusión, pero no siempre con las ideas claras. Los niños y niñas con un temperamento difícil hacen más complicada la tarea de educar.
P. ¿Qué pautas generales se les pueden dar a padres y madres para prevenir o evitar que se den conductas de maltrato?
R. En la educación y socialización de menores hay que tener en cuenta tres variables fundamentales que deben guiar las acciones de los padres y madres: el afecto, la comunicación y la disciplina. Saber poner límites, teniendo en cuenta los diferentes periodos evolutivos por los que atraviesan, supervisar que no se rebasen dichos límites e imponer consecuencias cuando se transgreden. Escucharles, conforme se van haciendo mayores. Hacer un uso adecuado del no y del sí, para enseñarles a ser responsables y a tolerar la frustración.
Más información e inscripciones:
Máster de Formación Permanente en Prevención e Intervención con Adolescentes en Riesgo y Violencia Filioparental de la Universitat de València