Miedo, ansiedad, tensión. Las situaciones de incertidumbre como las que estamos atravesando con motivo de la alerta sanitaria pueden generar niveles desproporcionados de preocupación que se traducen en toda una serie de emociones negativas. Organismos oficiales especializados en psicología, siguiendo las pautas de la Organización Mundial de la Salud (OMS), sugieren que la sobreinformación a la que estamos expuestos no ayuda a sobrellevar esta situación, sino que incluso puede tener el efecto contrario.
En este contexto, hablamos con José Gil, codirector del Máster de Formación Permanente en Psicoterapia y Psicología Clínica: estrategias actuales de intervención de la Universitat de València.
P. ¿Cuál es tu valoración general sobre cómo se está comunicando en esta alerta sanitaria?
R. En términos generales, muy bien. Se está dando información adecuada sobre higiene, lavado de manos, comportamiento en público, en el hogar, sobre emociones como la soledad, el aburrimiento, la ansiedad y el miedo, la ayuda a los demás, la necesidad de evitar compras abusivas y los comportamientos irracionales. Estamos utilizando adecuadamente el sentido del humor: el humor es como la nitroglicerina, bien utilizado es beneficioso para la salud; mal utilizado es perjudicial y corrosivo. El humor puede ser una forma de conocer y aceptar la realidad. También sería conveniente incidir en la importancia de tener unos valores claros que le den sentido a nuestras vidas y comprometerse en caminar hacia ellos. Es lógico que haya comportamientos inadecuados de pánico, narcisismo, hipocondría, xenofobia, de ansias de poder y protagonismo, pero son los menos frecuentes y los ciudadanos somos capaces de discernir que estas conductas no se aplican a la mayoría.
P. ¿Cómo considera que estamos asimilando cada novedad que nos llega, de forma diaria, sobre la expansión del virus?
R. Los ciudadanos acabamos asimilando correctamente toda la información que nos llega, la adecuada y la inadecuada. Porque, en definitiva, no se trata tanto de lo que le ocurre a uno en su vida -mejor o peor; fácil o difícil-, sino de cómo lo interpreta. El procesamiento cognitivo y la experiencia de conductas con éxito pueden acabar convirtiendo una situación de estrés en un aprendizaje. Y eso es lo que está haciendo la ciudadanía: incrementando la solidaridad, forjando la responsabilidad, ayudando a los demás, mejorando su bienestar, aprendiendo a vivir con algunos deseos y pocas necesidades. De las crisis podemos salir fortalecidos o debilitados, depende de lo que hagamos con ellas.
Estamos utilizando adecuadamente el sentido del humor: el humor es como la nitroglicerina, bien utilizado es beneficioso para la salud.
José Gil, director de Máster
P. ¿Cuáles son sus consejos para gestionar los momentos de estrés que pueden surgir durante este confinamiento?
R. Podríamos dar tres consejos principales:
1º. Normalizar las emociones desagradables y las situaciones de estrés. Es normal que existan niveles desproporcionados de ansiedad, tensión, preocupaciones, frustración, desesperanza, aprehensión y malestar general en circunstancias en las que no sabemos cuánto va a durar la situación.
2º. Aceptar el escenario de confinamiento. No se trata de aguantar, de resignarse, de ignorar. Cuando aceptamos desactivamos los pensamientos negativos y supone un cambio de filosofía acerca del sufrimiento. Decimos que aceptar es luchar por nuestros valores e intereses. No tienen un refuerzo inmediato, pero le dan sentido a la vida.
3º. Comprometernos con los objetivos que nos pueden ayudar a alcanzar dichos valores, podemos tener metas a largo plazo, a corto plazo y sub-metas diarias para levantarnos todos los días con objetivos claros y que nos motiven y le den sentido a nuestras vidas.
Más información:
Máster de Formación Permanente en Psicoterapia y Psicología Clínica: estrategias actuales de intervención de la Universitat de València.