En España, se realizan más de 3.400 trasplantes de médula ósea (trasplantes de progenitores hematopoyéticos) al año. Un tratamiento que permite la curación de un gran número de enfermedades neoplásicas, genéticas o inmunológicas. En ocasiones, es el mejor o el único tratamiento curativo para enfermedades hematológicas graves, como leucemias, linfomas o mieloma.
Así nos lo explica Carlos Solano, catedrático de la Facultat de Medicina y director del Máster de Formación Permanente en Trasplante de Progenitores Hematopoyéticos (TPH)-Inmunoterapia y Terapia Celular de la Universitat de València. Solano ha subrayado que el número de TPH ha ido en aumento desde los años 1980 y, actualmente, se realizan más de 50.000 cada año en todo el mundo.
Médula ósea, principal fuente de progenitores hematopoyéticos
Como explica Carlos Solano, en más del 80% de los casos se utilizan progenitores que se extraen de la sangre, pero que provienen de la médula ósea, en donde residen habitualmente. «La obtención desde la sangre es más cómoda para el donante y, además, el paciente se recupera antes que cuando se utilizan progenitores de médula ósea. El 15-20% restante se utilizan de la médula ósea o de sangre de cordón umbilical».
Los trasplantes de progenitores hematopoyéticos es un tratamiento en el que se reemplazan las células enfermas de la medula ósea por células madre (progenitores hematopoyéticos) de un donante sano (trasplante alogénico) o del mismo paciente (trasplante autólogo).
Este máster, único a nivel nacional, incluye las terapias inmunes en su formación: inmunoterapia antitumoral y las terapias celulares. Estas terapias, como remarca Solano, son una extensión de la primera terapia celular utilizada en medicina que ha sido el trasplante de progenitores hematopoyéticos alogénicos.
En este sentido, cabe destacar el papel central de la respuesta inmune en la eficacia del trasplante de progenitores hematopoyéticos alogénicos, es decir, procedentes de donantes sanos. «Desde el inicio, el uso del TPH alogénico se identificó que la reacción inmune donante-receptor era el principal mecanismo de curación de este tratamiento en enfermedades neoplásicas hematológicas y, por tanto, se considera la primera forma de inmunoterapia antineoplásica», indica Solano.